La Asociación para la Defensa del Borrico ha puesto sobre la mesa de la sensibilidad social una realidad alarmante.
En el año 1960 había más de un millón de asnos en España mientras en la actualidad no pasan de cien mil.
La mecanización del campo -dicen - es la culpable principal de tan escalofriante descenso.
En España existen tres razas puras de pollinos, a saber: la catalana, la leonesa -zamorana y la andaluza. Se han establecido reservas y granjas especiales para garantizar la supervivencia del asno español, ya sea puro o cruzado, y parece que la agonía ha sido controlada.
El asno está en la historia, en la literatura, en la pintura y en la música. Las canciones de cuna para los niños son espacios abiertos al borriquito triste que trabaja sin descanso. Jesucristo eligió el lomo humilde del asno para entrar en Jerusalén. Juan Ramón Jiménez elevó la categoría del asno con su fantástico <Platero>.
Son excepciones. El asno ha sido siempre un esclavo, un animal maltratado y vencido. Antes que Juan Ramón Jiménez, Cervantes lo universalizó como compañero inseparable de Sancho Panza. Borricos de pozo, de norias, de labranza, de basureros y chatarreros .Asnos siempre sometidos al trabajo más duro y peor recompensado. El refranero lo recuerda: ?El asno sólo en la muerte haya el descanso .?.Reclamo de moscas y de palos, de insultos y desprecio. Soldadito de carga y de fatigas. El jumento es un gran suplefaltas: si no hay caballo él trota, si no hay buey, él ara ?.Al rucio bien tratado, permitido de libertades, retozón entre flores, se le llama despectivamente amapolero.
"Asno amapolero, ni de balde lo quiero." Solo se quiere el asno esclavo, de lomo herido y rebuznos de dolor. Así las cosas, la mengua en el número de asnos vivientes es, por desgracia, normal.
Todavía hay pueblos en donde los asnos son vejados por las muchedumbres festivas. Asnos desplomado, corridos, pateados hasta el desfallecimiento y la muerte. Hasta El Burrito Blanco, una próspera empresa textil ha conocido el sufrimiento de la crisis. A los asnos ya no le sueltan flautas ni por casualidad, como al de Tomás de Iriarte, el gran fabulista.
Perder un millón de asnos en treinta años es más que un proceso de extinción.
Es el desmoronamiento de la raza. Por ello sean bien venidas y celebradas las reservas especiales creadas para salvar la especie.
Para salvar al asno español no al burro. Porque los burros en España han aumentado en número e influencias.
Sin diminutivo el burro es el hombre. Eligió el nombre para insultar al burro y termino definiéndose a sí mismo. Porque en España hay burros que gobiernan, que administran, que deciden por los demás y que mandan y ordenan. Burros que legislan y burros que vigilan. Es el asno el que hay que salvar, no al burro, tan español, tan presente, tan arraigado y tan sobrante.
La política y la economía están saturadas de burros. En los nacionalismos aldeanos imperan los razonamientos de los burros. En el mismo trato social el rebuzno ha adquirido la tolerancia al sonido acostumbrado.
Aclarémonos. En España faltan asnos y desaparecen los jumentos, y se extinguen los pollinos y los borricos. Pero los burros no pasan por esos peligros. Los proliferan y se reproducen y crecen con una facilidad pasmosa. Por eso estamos como estamos...
ALFONSO USSÍA
OPINION ABC 25/10/92